Estas montañas fueron habitadas antes de la colonización de los europeos. Incas e inclusive culturas más antiguas vivieron en la zona, dejando registros arqueológicos muy importantes. Actualmente se están realizando investigaciones arqueológicas en fincas adyacentes, donde se encontraron sitios de pueblos de agricultores y pastores. Incluso en la misma finca Cerro Negro hay evidencia de sitios arqueológicos, en estudio actualmente. Las investigaciones son dificultosas por la inaccesibilidad del lugar, debido a la altura y la falta de caminos.
Desde la segunda mitad del siglo XIX, se registran datos sobre la presentencia de pobladores dedicados a la ganadería. En la zona funcionó la escuela Nacional de Cerro Negro desde 1917 hasta 1923, año en que cerró sus puertas debido a la baja matrícula escolar. En la década del 20 se ubicaron yacimientos minerales, que fueron explotados hasta finales de la década del 40, lo que produjo el aumento de la población transitoria (trabajadores mineros) en el lugar. El principal mineral extraído era el plomo, y debido a esta actividad se construyó un camino que permitía el acceso al lugar con camiones. Según relatos de antiguos pobladores, llegaron a trabajar hasta 200 personas en la mina: mineros, transportistas, constructores, entre otros.
En el año 1952 se reabre la escuela como Escuela Provincial Nº 140, que aparentemente dejó de funcionar a fines de la década del 80 por falta de población escolar.
El desarrollo de los centros urbanos y la modernización de la sociedad generaron cambios en las necesidades de los pobladores de la zona. Esta dejó de ser atractiva para habitar, ya que estas nuevas necesidades estaban relacionadas con la vida urbana (trabajo asalariado, acceso a los bienes de consumo, educación y salud, etc). La consecuencia fue que la finca comenzó a despoblarse y la mayoría de la gente se trasladó a los pueblos ubicados en la zona baja o en ciudades que brindan otros horizontes.